jueves, 23 de junio de 2011

PROCLAMA DE RAFAEL ÁNGEL MURGAS G. ANTE LA TUMBA DE GONZALITO. 1967.

PROCLAMA DE RAFAEL ÁNGEL MURGAS G. ANTE LA TUMBA DE GONZALITO. 1967.

de Aristides Ureña Ramos, el Lunes, 30 de mayo de 2011 a las 19:51

  En 1967 algunos revolucionarios veraguenses fueron en el aniversario de muerte de Gonzalito a su tumba. Pito Murgas fue el orador y le dedicó al Gitano una proclama donde anunciaba el taconeo en los cuarteles. Es una pieza hermosa y para las nuevas generaciònes, DOCUMENTO valido, para apreciar los valores de la provincia.




PROCLAMA DE RAFAEL ÁNGEL MURGAS G. ANTE LA TUMBA DE GONZALITO. 1967.
 
Escuela Normal J:D:A de SANTIAGO

Señores:
            Tal día como hoy, hace catorce años, abrimos las entrañas de la tierra para depositar en su seno, los restos mortales de Manuel Celestino González.
     Venimos hoy a esta modesta tumba, donde no hay imágenes de ángeles con fulgurantes alas; ni lámparas votivas; ni deslumbrantes epitafios, a renovar nuestro tributo de admiración y gratitud al heroico paladín de la libertad y la justicia.
            En aquel día triste del 26 de diciembre de 1953; en este mismo sitio; con dolorosa emoción exclamábamos: tus funerales, como los del divino Maestro de Galilea, no tuvieron la pompa del templo.  Como Arimatea, de la cruz de tu sacrificio, recogimos tus despojos; y en blanco con lienzos, los trajimos hasta la loza fría de este cementerio.
            Te despediste de este mundo con la imagen de Jesús en la Cruz y la de Sócrates con su copa de cicuta; dando el testimonio, que dentro de tu corazón, estaba la blanca paloma del soplo divino marchita por la impiedad, por la incomprensión, y por la crueldad humana.
            Tú dijiste que “No todos los que lucharon por la libertad y la justicia, tenían la suerte de que sus enemigos los obligaran a tomar la cicuta”.  Tus enemigos no eran más piadosos que los que clavaron en la cruz al Dios Hombre.  No eran menos crueles los que condenaron a Sócrates.  No, no tuvieron potestad de arriba para matarte en nombre del pueblo; lavarse las manos como Pilato; y presentarse ante el mundo como defensores de la justicia, de la moral y de la Ley. 
  
            Con modestia ejemplar decías: “No puedo ahondar en los problemas nacionales con criterio científico; pero tengo la intuición de la verdad, tengo la emoción del sufrimiento y conozco el camino doloroso que conduce a la justicia”.
            El gran filósofo Manuel Kant, el solitario de Koenigsberg, ya lo había establecido: de que por medio de la razón pura y especulativa, no llegaríamos a conocer a Dios; pero lo encontraste por ese camino doloroso que conduce a la justicia y que nos torna perfectos para presentarnos ante la majestad del Padre.
            “A nadie odio, porque a todos comprendo; ya que hasta dentro de nosotros mismos combaten fuerzas del bien y del mal”.  Esta fue tu oración al Padre; te reconciliastes con el prójimo y ofreciste la mejor y la más grata ofrenda a Dios.  El Padre te perdonó, y estás en el regazo eterno de la Divinidad... Aún, tus enemigos no te han perdonado... siguen vituperando tu nombre.
 “Me duele irme porque tengo compromisos y afectos; pienso en el pueblo panameño y quisiera quedarme para seguir quemando mi palabra en la lampara estremecida de su angustia...  Pienso en mi patria y me parece que soy un soldado que se fuga, cuando ella más lo necesita”.  Sentías vacilaciones en tu conciencia cuando te determinaste a partir.  El pueblo y la patria te necesitaban en ese entonces; te seguirán necesitando siempre; y en estos precisos momentos, claman, porque asome en la conciencia pública “El coraje y la gran inteligencia sin cultura de la plebe”, que con tu ejemplo y vibrante mensaje, sembraste en el alma de la juventud gallarda y valiente de nuestra patria...  Esa juventud recogió tu glorioso estandarte de lucha, salpicado de “Sangre y de cieno por las sucias jugarretas de la infamia”.  Con ese estandarte, nuestra juventud, siguiendo los caminos dolorosos que conducen a la justicia, ha logrado para la patria promesas de grandes reinvindicaciones que le permitirán, en el futuro no muy lejano, presentarse ante el mundo engalanada con los auténticos atributos de su destino providencial, histórico y geográfico: de ofrecerse al mundo como solar de paz y de fraternidad universal.
            Por eso estamos aquí reunidos en este humilde santuario, para desde la altura de la pirámide de tu recuerdo, lanzar nuestra voz de alerta a los soldados vigilantes de la patria y decirles, que el gran reloj del tiempo está marcando la hora precisa del cambio; de la revolución en aras de la cual derramaste tu sangre, y quemaste tu vida en la lámpara votiva del altar de la patria.
Muchos otros jóvenes, patriotas y valientes, murieron también bajo la sombra de tu estandarte de luchas revolucionarias.  De la cordillera inaccesible del TUTE, bajaron envueltos en la bandera Patria; y en tumbas anónimas, esperan el glorioso día en que tu nombre y el de ellos, resplandezca en las páginas gloriosas de nuestra historia, como faros luminosos que alumbren el caminos de la redención.


Tumbas de los caidos del 9 de Abril 1959


Ya tu bandera tricolor, con la estrella roja del sacrificio, con la estrella azul de la esperanza, flamea en las cumbres del Ancón.  Una legión heroica de jóvenes, murió para que la bandera Patria recibiera las caricias del “céfiro puro y fragante del Cerro Ancón”.  Siempre ha sido así... Para proteger el principio de justicia del pesebre de Belén, murieron miles de niños inocentes para aplacar la furia de Herodes el terrible.  Para rescatar nuestra patria, y ponerla en función de su gran destino providencial de ser principio de unión y solidaridad humana, cuna de paz y amor; nuestro suelo se ha purificado con la sangre inocente y pura de legiones de jóvenes que han ofrendado sus vidas en aras de este sagrado ideal. 
Juventud de la Patria:
            En nuestras manos está el destino glorioso de la nación panameña...  Enderezad vuestros caminos por senderos de virtud.  Que las insignias patria se levanten sobre el glorioso pedestal de una juventud; que inflamada en la mística popular de igualdad, libertad y confraternidad, se tornen en antorcha luminosa, que desde las alturas históricas del Istmo de Panamá, ilumine los senderos  de la concordia de todos los pueblos; y el lema de nuestro escudo, en plenitud de su verdadera significación histórica, resplandezca en los cielos de América como una esperanza para este mundo angustiado.  “Pro Mundi Beneficio”, proclama el escudo Nacional...  Nuestro himno, canción universalista de paz, de amor y de perdón, completa el glorioso lema de nuestro escudo; y al son de sus dulces acordes, nos orienta al cumplimiento del glorioso destino de constituirnos en centro, puente y corazón del mundo.
            Bajo el límpido dosel de nuestro cielo, el principio de justicia del pesebre de Belén, se hará inextinguible en el corazón de todos los hombres.
 Descansa en paz, hermano Gonzalito...


            Los albores de un nuevo día, ya asoman en el horizonte de la Patria, tus ansias de justicia serán colmadas, y en nuestro suelo; en abrazo fraternal, se unirán todos los pueblos de la tierra.

Muchas gracias
                                               Santiago, 26 de diciembre de 1967.


aristides ureña ramos
ARISTIDES UREÑA RAMOS

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