martes, 17 de abril de 2018

ARISTIDES UREÑA RAMOS "CUANDO LAS BRUJAS DEJARON DE LLORARNOS"


CUANDO LAS BRUJAS DEJARON DE LLORARNOS

De ARISTIDES UREÑA RAMOS

Panamá, 14 de abril 2018

ARISTIDES UREÑA RAMOS
"LOS OLVIDADDOS"
33cm x 47cm - 2018

    Sus lágrimas eran cicatrices secas, pues el abandono la había marcado, como las ansias suelen ser dolorosas espinas clavadas en el corazón…y desde hace mucho ya no lograba llorar.

Cuando un barco se encuentra a la deriva, las lejanas luces, parecieran ser puerto seguro donde atracar y, seguía engañándose de esas ilusiones, pues ya sus gritos, son incomodas protestas que ninguno quisiera escuchar.

Frente a la entrada del floreciente Cocotal en la vigorosa capital de La Republica de las Bananas, ella- anciana madre- lista para entrar, en su mano una libretita de apuntes, y entre sus hojas varias desteñidas fotos que hablaban del ayer.

Se nota que allí en su libreta, estaban señaladas en forma de elenco, las protestas de tanta gente, las promesas no cumplidas y ¿quién sabe desde cuantos años había apuntado cada penar?

Camina sin dudar bien sabe la dura pugna que tendrá que enfrentar, pues de estos lares, aquéllos que creen tener siempre la verdad de su parte, poseen licencia para no justificar sus acciones, como si un hechizo colectivo los llevara a venerar las “Leyes de los Borrigueros”, pues de dignidad, al parecer, ya no logramos sobrevivir… un sudor frío bajaba por su espalda, pues tenía que apresurarse para ir al Palacio Legislativo, al Tribunal Electoral y al Palacio de las Garzas.


El vendaval.

Su presencia atrajo los vientecitos que bajan por las faldas del Cerro Ancón, que como embudo divino penetra por la Avenida de los Mártires, transformándose en violentos ventarrones. De una manera brutal la levantan del suelo, suspendiéndola como hoja liviana, muy arriba del centro de la avenida.

Y allí, en soledad, suspendida, estuvo por mucho tiempo.    

No tuvo miedo, porque sus oídos lograban captar el lejano murmurar, que ya muchos no logran escuchar, los gritos de protesta, de lágrimas amargas, de calladas soledades que dieron seguridad a nuestro presente, pues suspendida en el aire, venía transportada rápidamente hacia su destino final.

 Y los vientos la conducían sin control, arrojándola violentamente contra los enrejados que circundan el Palacio Legislativo.

Se percata inmediatamente, que no es la única en poner su cara aplastada contra las verjas del edificio gubernamental, pues allí, como colección de museo de cera, otros cientos de caras rabiosas, desde hace mucho tiempo, esperaban expresar su indignación.

Y sintió que su penar ya no tendría escucha, que aquellos muchachos que con mucha tenacidad había educado, que en fila cuidadosa hacía marchar disciplinadamente, ya habían perdido el don de pertenencia, porque cuando la vorágine abre sus brechas, las trincheras y alambradas son recintos donde la soledad se esconde.

Abre la libreta y saca una vieja foto, donde se veía ella en su escuelita, y entre sus alumnos aquel que de la política hizo un oficio, y se dio cuenta que allá dentro del Palacio, moría una de las posibilidades.

Pues los hombres poco a poco crecen bañados del olvido, secados por la dureza de sus acciones y ella anciana Madre, se reflejaba en las miles de caras aplastadas entre los agujero de esas frías rejas.



Aparición y Asunción a los cielos.

Sobre el Mercado de  Abastos, una silueta suspendida en los cielos, volaba lentamente hacia el Tribunal Electoral, ella estaba contornada de luces que a manera de rayos luminosos, encandilaba a quien se atrevía a mirar, era la anciana Madre con su libreta en mano, con  desteñidas fotos dentro de ella, volaba silbando una pieza musical.

 Los sorprendidos trabajadores del Mercado suspendían sus labores para poder observar, hubo quien se persignó, quien se arrodilló, pensando descifrar tan sorpresiva aparición.

Bajando lentamente al Tribunal Electoral nota una pequeña multitud, reunida en torno a un hombre barbudo con intensión de desnudarse, allí en la plaza de La Democracia, donde cada uno expresa su opinión de manera personal, seguramente tendría una oportunidad para ser escuchada.

 El hombre barbudo había levantado un gran polvorín y la confusión entre las personas que corrían a observar, había distraído la atención de su descenso.

No había terminado de descender, cuando ya venían listos para arrestarla- como también al hombre barbudo- eran las fuerzas policivas que intentaban poner orden a todo este caos, llevándola a un salón para ser interrogada.

Pero la noticia, había causado mucho clamor y los medios de comunicación comenzaron a encenderse, pues muchos criticaban ambas acciones, debido a que cuando “la noticia es noticia” y existe la oportunidad de especular, nadie se tira atrás, iniciando las aproximaciones.

Para el barbudo tuvo su inmediata solución, pero para la anciana Madre, otros páramos tendría que enfrentar, pues un grupo de “panameños bien pensantes”, había acusado a la pobre mujer de imitar a la virgen María y jugar con las acciones sagradas, indecencia no permitida, porque ofendía el credo de muchos feligreses, sin aportar ningún ¿qué?

Además no era una buena imagen para Panamá, en la cercanía de la celebración de la JMJ.

Para colmar el desastre de su llegada, los que quisieron defenderla, argumentaban con mucho vigor, las razones del mundo laico, como si en su acción de “aparecer y descender” fuesen obras de complicados mecanismos automáticos, muy similar a un helicóptero, que al ser bien manejado pudieron servir de ayuda a la anciana Madre.

Y nadie quiso saber, ni preguntar los motivos de su presencia en el Tribunal Electoral.

Ella, desolada en su intimidad, abrió sus brazos, su cuerpo cubierto de finos rayos, comenzó a brillar, elevándose del suelo y empezó a subir, subir y a subir cada vez más…fue sorpresa para todos los presentes, ver la anciana Madre subir,  tomo de su libreta una vieja fotografía, que al parecer era de su abuelo David, un fiscal que ejerció por todo lo ancho de la república con mucha honestidad y no pudo llorar, porque hace mucho que dejó de llorar y de sus lamentos ya nadie quiere saber, dejando caer la foto en el antecedido vacío. 

Ya las garzas no recuerdan sus colores.

Fueron las lluvias del mar, con sus zumbidos a anunciar la llegada de la anciana Madre, que suspendida en los cielos, miraba las blancas arquitecturas del Palacio de las Garzas, sus enaguas se habían inflado como velas de naves en alta marea  y un puñado de gaviotas con su gritado trinar llamaban la atención, ella con voz de trueno, pide ser atendida, desde lo alto del cielo…esperando una respuesta.

Solo la brisa marina supo contar el tiempo, debido a que por estos lares, nunca se había visto una visión tan rara, sólo el escondido fenómeno del espíritu del mandatario que nadie menciona,  asesinado el 2 de enero del 1955, que todos los días vaga en los hermosos pasillos del palacio presidencial. Hasta que por fin llegó una repuesta.

Con un filo de voz de niño ñañeco, muy gentilmente pide a la anciana Madre de exponer los motivos de su presencia, al cual ella no se hace esperar y comienza a soltar sus peticiones, hablando sin ser interrumpida por dos horas, hasta que, después de haber terminado, espera la respuesta.

Esta vez, no sólo la brisa marina contó las horas, pues pasó mucho tiempo hasta que la voz, se hizo palabra y dio su repuesta, que sonaba así:
hemos comprendido sus preocupaciones y vamos a abrir una mesa de diálogo para hablar de esa situación” y continuó: espere un momento que le vamos a dar una fecha”, la anciana Madre ya conocía esas respuestas y trató de contestar, pero la respuesta parecía ser una vieja grabación, que seguía repitiéndose al infinito, como infinita era la desesperación que se había acumulado en ella.

La anciana Madre murmura adolorida, hasta que las brisas marinas la trasportan en su soledad, la grabación continuaba  repitiendo las mismas palabras, pues ya no se lograban comprender, hasta que la Madre se trasformaba en la nave, que desde la lejanía busca un puerto donde atracar.

Cuando los habitantes de un país, no logran imaginarse, ni soñarse bajo grandes fantasiosos escenarios, pierden la dulzura de comprender el dolor ajeno, pues la soledad es su escondida compañera.

Quien no sueña su futuro, nunca podrá construirlo, pues no capta la sublime emoción de pertenecer y el conmoverse hasta el llanto por servir a un terruño que nos pertenece a todos por igual. Para aquel que sabe observar, notará que hace mucho tiempo, que las brujas dejaron de soñarnos porque las garzas olvidaron sus colores.

ARISTIDES UREÑA RAMOS
"LA ISLA DEL PINTOR"
33cm x 47cm- 2018