"AYUNAR EN SILENCIO"
De Aristides Ureña Ramos
obra "EL CRISTO CONFUNDIDO" 1975 de ARISTIDES URENA RAMOS |
Ayunar y el Silencio no es “dejar de comer y de existir”.
Tu silenciosa lucha, es luz en el camino.
Es aceptar de manera consciente que los deseos, las necesidades, los intereses, las preocupaciones no son el centro del mundo. Es sentir el sordo paso que me acerca a la meta.
Tu silenciosa lucha, es luz en el camino.
Es aceptar de manera consciente que los deseos, las necesidades, los intereses, las preocupaciones no son el centro del mundo. Es sentir el sordo paso que me acerca a la meta.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste. ...
No desfigurar tu rostro para que los hombres vean que ayunas.
Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea visto por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto, al centro del silencio.
No desfigurar tu rostro para que los hombres vean que ayunas.
Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea visto por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto, al centro del silencio.
Y el silencio hará parte de tu bienestar.
No se trata de utilizar la virtud como un arma que marque distancias con los “pecadores”. Se trata de aprender a mirar mi fragilidad llena de posibilidades, mi debilidad, mi pequeñez, en lo que vale.
Yo no soy juez de tus debilidades mas sitio que adsorbe en silencio tus viejas cicatrices.
Como algo a un tiempo minúsculo y enorme.
Hay un momento en el que la búsqueda de Dios pasa por el silencio, por el ocultamiento, por el trabajo más cotidiano e invisible, por aquello que nunca nadie va a saber, prostrados indefenso en contemplación, sabiendo a dedillo que es solitaria búsqueda, sintiéndonos fuerte en el abandono absoluto.
Y sentir en el nada imperioso el murmullo arrullador de su presencia., energía restauradora en angustiadas y solitarias noches.
Yo no soy juez de tus debilidades mas sitio que adsorbe en silencio tus viejas cicatrices.
Como algo a un tiempo minúsculo y enorme.
Hay un momento en el que la búsqueda de Dios pasa por el silencio, por el ocultamiento, por el trabajo más cotidiano e invisible, por aquello que nunca nadie va a saber, prostrados indefenso en contemplación, sabiendo a dedillo que es solitaria búsqueda, sintiéndonos fuerte en el abandono absoluto.
Y sentir en el nada imperioso el murmullo arrullador de su presencia., energía restauradora en angustiadas y solitarias noches.
Aristides Ureña Ramos |
Aristides Ureña Ramos
Florencia Italia febrero del 2001
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