Francia: Faro de luz del contradictorio mundo
actual.
De ARISTIDES UREÑA RAMOS
Panamá 14 de noviembre 2015
Los últimos deplorables acontecimientos
que han sacudido la capital francesa, deben ser comprendidos dentro de una luz
más cruda y lúcida, aunque resulte difícil hacerlo delante de una barbaridad
inaudita en cuanto a las víctimas, que son vidas inocentes encajadas en
coyunturas incomprensibles, frutos de las evoluciones y cambios preocupantes
para muchos de nosotros.
El desmantelamiento de “las
democracias” del área mediterránea, ha sido una inesperada realidad que nos ha
tenido atentos, afanados en comprender las motivaciones de tal fenómeno.
A decir la verdad, dentro de
nosotros viajaba una duda en busca de certeza, de que una guerra a nivel mundial exista y las
modalidades con las cuales se está desarrollando, nada tienen que compartir con
los viejos esquemas de las dos pasadas
guerras mundiales.
Pues ni siquiera podemos usar el
léxico MUNDIAL, ya que los territorios y las reparticiones de ellas, comportan
tácticas dirigidas a la desestabilización de los gobiernos o dictaduras,
colocadas en zonas de intereses energéticos y estratégicos, irrenunciables a
las mastodónticas exigencias de las potencias súper desarrolladas.
Como si al oscuro de la opinión
pública se construyera un nuevo orden económico a través de estrategias y
tensiones, sin involucrar directamente al propio territorio. Del otro lado de
dichas potencias, donde las riquezas estratégicas eran potencialidades de
desarrollo económico para pobres lejanos países, hoy son ejes importantes para
el impulso de las cansadas economías. Por eso la necesidad de gobernarlas
directamente,
En el proceso de desestabilización
del área Mediterránea y del Medio
Oriente las profundas históricas divisiones culturares y religiosas han sido el
pernio resolutivo que ha permitido con mucha facilidad el polvorín, tumba destructiva
de dichas zonas; esas divisiones ancestrales han sido el arma letal que ha
facilitado a las súper potencias la tan difícil tarea.
Vemos como aseguradas
“democracias”, que anteriormente cumplían dentro del orden mundial las
garantías necesarias a los intereses globalizados, ejerciendo políticas
acordadas para los serenos desenvolvimientos de una “paz concertada”, entre
ellos la dictadura democrática de Hosni Mubarak en Egipto, del musulmán sunní Muhammad
Kadhafi en Libia, del destruido Líbano, al sofisticado estado Israel, hasta la segura
Siria de Bashar Al Assad desmembrarse ante las divisiones internas donde el
fundamentalismo religioso pareciera ser cáncer incontrolable y alimentado por precisos
intereses. Al mismo tiempo, los trágicos desenvolvimientos del desastre Irán e
Irak, y de la zonas estratégicas subsahariana del áfrica, todas ellas sutilmente
coligadas en un único interés devastador y tristemente catastrófico.
La atención hoy día viene llamada
sobre la ambigua organización Isis, peligrosa estructura usada para instrumentalizar
el fanatismo religioso que, desde sus inquietantes orígenes, nos siembran
turbadas inquietudes (hay una vasta literatura a disposición para los no
eruditas en el tema, buscar en internet: ¿Qué es el Isis?) sostenidas y
actualmente enclavadas en la dividida Siria, que controla la mayor riqueza
petrolífera de esa zona fronteriza del estado islámico de Irak, lugar de
procedencia (al parecer) de los atentados en Francia.
Más allá de las simples
retóricas, de los cómodos abanderamientos, de las ligeras incitaciones partidarias,
es fundamental abrirnos luz de frente a estas terribles situaciones actuales,
para ocupar con nuestros gestos y reflexiones aquellos derechos fundamentales e
irrenunciables, como lo son el derecho a la vida, a la protección de un Estado
estable, a la condivisión del derecho soberano del territorio, a la protectora
concepción que dona la paz a todos los pueblos, al desarrollo del diálogo en igual
condición, para evitar aquellos extremismos que traen muerte y luto a las
familias.
Bajo estos conceptos de “Derecho
a la vida”, siento a las víctimas de los atentados en Francia, como un profundo
dolor que me toca cercanamente, como también todas las victimas de aquellas
zonas ultrajadas por los intereses ajenos, ayer y hoy, en la zona del
mediterráneo y medio oriente, porque la vida de personas inocentes no son
efectos colaterales a los brutales intereses y estrategias oscuras de lo más
potentes.
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