domingo, 15 de noviembre de 2015

Francia Faro de contradicciones ARISTIDES UREÑA RAMOS


Francia: Faro de luz del contradictorio mundo actual.

De ARISTIDES UREÑA RAMOS
Panamá 14 de noviembre 2015

     Los últimos deplorables acontecimientos que han sacudido la capital francesa, deben ser comprendidos dentro de una luz más cruda y lúcida, aunque resulte difícil hacerlo delante de una barbaridad inaudita en cuanto a las víctimas, que son vidas inocentes encajadas en coyunturas incomprensibles, frutos de las evoluciones y cambios preocupantes para muchos de nosotros.

El desmantelamiento de “las democracias” del área mediterránea, ha sido una inesperada realidad que nos ha tenido atentos, afanados en comprender las motivaciones de tal fenómeno.

A decir la verdad, dentro de nosotros viajaba una duda en busca de certeza, de que una  guerra a nivel mundial exista y las modalidades con las cuales se está desarrollando, nada tienen que compartir con  los viejos esquemas de las dos pasadas guerras mundiales.

Pues ni siquiera podemos usar el léxico MUNDIAL, ya que los territorios y las reparticiones de ellas, comportan tácticas dirigidas a la desestabilización de los gobiernos o dictaduras, colocadas en zonas de intereses energéticos y estratégicos, irrenunciables a las mastodónticas exigencias de las potencias súper desarrolladas.

Como si al oscuro de la opinión pública se construyera un nuevo orden económico a través de estrategias y tensiones, sin involucrar directamente al propio territorio. Del otro lado de dichas potencias, donde las riquezas estratégicas eran potencialidades de desarrollo económico para pobres lejanos países, hoy son ejes importantes para el impulso de las cansadas economías. Por eso la necesidad de gobernarlas directamente,

En el proceso de desestabilización del área Mediterránea y del  Medio Oriente las profundas históricas divisiones culturares y religiosas han sido el pernio resolutivo que ha permitido con mucha facilidad el polvorín, tumba destructiva de dichas zonas; esas divisiones ancestrales han sido el arma letal que ha facilitado a las súper potencias la tan difícil tarea.

Vemos como aseguradas “democracias”, que anteriormente cumplían dentro del orden mundial las garantías necesarias a los intereses globalizados, ejerciendo políticas acordadas para los serenos desenvolvimientos de una “paz concertada”, entre ellos la dictadura democrática de Hosni Mubarak en Egipto, del musulmán sunní Muhammad Kadhafi en Libia, del destruido Líbano, al sofisticado estado Israel, hasta la segura Siria de Bashar Al Assad desmembrarse ante las divisiones internas donde el fundamentalismo religioso pareciera ser cáncer incontrolable y alimentado por precisos intereses. Al mismo tiempo, los trágicos desenvolvimientos del desastre Irán e Irak, y de la zonas estratégicas subsahariana del áfrica, todas ellas sutilmente coligadas en un único interés devastador y tristemente catastrófico.

La atención hoy día viene llamada sobre la ambigua organización Isis, peligrosa estructura usada para instrumentalizar el fanatismo religioso que, desde sus inquietantes orígenes, nos siembran turbadas inquietudes (hay una vasta literatura a disposición para los no eruditas en el tema, buscar en internet: ¿Qué es el Isis?) sostenidas y actualmente enclavadas en la dividida Siria, que controla la mayor riqueza petrolífera de esa zona fronteriza del estado islámico de Irak, lugar de procedencia (al parecer) de los atentados en Francia.

Más allá de las simples retóricas, de los cómodos abanderamientos, de las ligeras incitaciones partidarias, es fundamental abrirnos luz de frente a estas terribles situaciones actuales, para ocupar con nuestros gestos y reflexiones aquellos derechos fundamentales e irrenunciables, como lo son el derecho a la vida, a la protección de un Estado estable, a la condivisión del derecho soberano del territorio, a la protectora concepción que dona la paz a todos los pueblos, al desarrollo del diálogo en igual condición, para evitar aquellos extremismos que traen muerte y luto a las familias.

Bajo estos conceptos de “Derecho a la vida”, siento a las víctimas de los atentados en Francia, como un profundo dolor que me toca cercanamente, como también todas las victimas de aquellas zonas ultrajadas por los intereses ajenos, ayer y hoy, en la zona del mediterráneo y medio oriente, porque la vida de personas inocentes no son efectos colaterales a los brutales intereses y estrategias oscuras de lo más potentes.

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