III PARTE
MARIO RIERA PINILLA de ARISTIDES UREÑA RAMOS
MARIO RIERA PINILLA
MARIO RIERA PINILLA
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Introducción por
MARIO RIERA PINILLA
La colección de cuentos que presentamos a continuación de esta nota introductoria es el producto de largos meses de labor, llevada a cabo principalmente en la región de la República que comprenden Veraguas, Herrera y algunos lugares de Coclé y Los Santos.
Tenemos queconfesar, con toda la honestidad que exige un trabajo de este tipo, que esta labor representa un mayor esfuerzo en la provincia de Veraguas, que por su conformación y formas de vida es zona de gran interés y fuente inagotable de investigación.
Nuestro propósito, en el presente trabajo, ha estado dirigido hacia la base de toda investigación científica, como lo es la recolección y clasificación del material folklórico y no esencialmente al análisis de su contenido, circunstancia que el folklore hace más exigente, cuando se trata de llegar a conclusiones, aun en países en donde toda ciencia ha tenido sus más brillantes cultores, como Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos de Norteamérica, etc.
Ya lo ha dicho el gran folklorista norteamericano, Dr. Ralph Steele Boggs, cuando afirma que “el folklore está todavía muy ocupado en aquellas primeras etapas de cualquier ciencia, en recoger y clasificar sus materiales”.
Aún esta labor de clasificación de los materiales folklóricos constituye un arduo trabajo por hacer. Al respecto, nos dice el propio Dr.Boggs, en su conferencia “El Folklore, Definición” “La extensión y la clasificación de las materias folklóricas son todavía algo obscuras. El índice general de los tomos de la Volkskundliche Bibliographie ofrece un poco de claridad, tal como los títulos de las secciones en las bibliografías anuales del folklore del Southern Folklore Quarterly, ilustrados por la terminología empleada por los escritores en sus títulos que aparecen en dichas secciones. El Índice de Motivos de Stith Thompson ofrece una clasificación detallada sobre todo de los tipos narrativos. La introducción de Robert Lehman Nitsche a sus Adivinanzas Rioplatenses propone un sistema valioso de clasificación, de las adivinanzas. Varios sistemas de clasificar melodías de la música popular se han propuesto. Pero un sistema definitivo y compensivo de clasificación para toda clase de folklore no se ha propuesto aún.”
Pero si esta dificultad se hace extensiva al folklore en general, impone rígidas disciplinas cuando del cuento se trata. La enorme variedad de cuentos que andan de boca en boca, ha dado como resultado, un número difícil de variaciones que expresan, con sabiduría y Belleza extraordinaria, dentro de una concepción no siempre infantil del universo, todas las manifestaciones de la vida popular que constituye el más subyugante panorama que persona alguna pueda imaginarse.
Mas, con todo eso, esta variada colección tiene, en los respectivos países, sus agrupamientos, que corresponden a los determinados ambientes en que se afincan, lo que permite estudiar con relativa independencia los rasgos comunes a una región dada.
Debe recordarse que el relato tradicional, como toda manifestación popular, es el producto de diversas influencias que se mezclan, con el correr del tiempo, sin norma anticipada, en un ambiente determinado.
Por lo tanto, nuestro floklore, como el de cualquier país, es el producto de la mezcla de muchos tipos de influencia extranjera, teniendo como posible base la cultura indígena.
A simple vista, de los factores foráneos, el europeo parece ser el predominante, siguiéndole en grado inferior el africano, como ocurre en nuestros cuentos populares.
En consecuencia, nuestro folklore es digno de la mayor atención y requiere para su estudio, toda la capacidad científica con que pueda contarse.
Tenemos la esperanza de que nuestro humilde trabajo pueda servir de base para futuras investigaciones del cuento popular en Panamá, para que investigadores de más prestigio lo superen, como seguramente lo harán, en beneficio de la cultura.
Estudio del cuento folklórico
en Panamá
A menos que nuestra propia ignorancia nos vede el conocimiento de estudios anteriores, no conocemos obra alguna en que aparezcan clasificados los cuentos folklóricos de Panamá.
Las únicas obras en las cuales encontramos colecciones de relatos populares panameños, son las de la Profesora Luisita Aguilera Patiño, sobre tradiciones y leyendas.
Narciso Garay, en su conocida obra Tradiciones y cantares de Panamá,no nos da versión alguna, de cuentos populares y su trabajo es más bien una colección etnográfica de carácter general. Valiosa obra con la cual el Dr. Garay se sitúa a la cabeza de los investigadores nacionales.
Mas, sin querer restar méritos a autor alguno, y manteniéndonos dentro de la más estricta objetividad científica, tenemos que afirmar que tales obras no son colecciones de cuentos, sino de leyendas y tradiciones que abarcan aspectos distintos del folklore.
Sobre la diferenciación entre el cuento y la leyenda, ha dicho lo siguiente el Profesor mexicano Alfredo Ibarra Jr.:
“El cuento es una narración simple, bella, y de sentido humano. El tema, la estructura y aun el sentido del cuento, varían con el estado deadelanto del pueblo que lo produce. Hay apólogos que tienen como héroes, personas en lugar de animales, y el fin principal es la información aunque en su contenido haya siempre tendencias a defender valores superiores: bondad, nobleza, persistencia, trabajo, honradez, respeto a la ley, etc. Se les considera cuentos. A veces el cuento se confunde con la novela corta.”
Nuestra afirmación tiende, pues, a demostrar que el cuento folklórico, entendido como tal, no había sido aún motivo de investigación en nuestro país.
En “Cuentos panameños de la ciudad y del campo”, de Ignacio de J. Valdés Jr., el autor se explica por sí solo cuando nos dice: “En estos mis Cuentos del Campo, intento retratar lo más fielmente posible el alma de nuestros campesinos con sus grandes pasiones, sus amores y sus odios, sus creencias y sus costumbres patriarcales.”
Como es fácil de ver, Valdés Jr., intenta retratar el alma campesina pero sin desligarse de su propia personalidad, que es, en todo caso, obra artística y literaria, pero que se aleja de la objetividad científica del relato “tal como lo cuenta el pueblo”. El propio Valdés Jr., que vivió su infancia entre relatos que oía de boca de los campesinos veragüenses, habla de “el rico filón, inexplotado aún, por obra y gracia de nuestra desidia y nuestro desprecio hacia lo propio.”
Escritores como José E. Huerta, José María Núñez, Moisés Castillo, Ernesto de J. Castillero, Lucas Bárcena, Rodolfo Aguilera Jr., Graciela Rojas Sucre, Gil Blas Tejeira y otros, se mantienen dentro del marco de la obra artística en la que lo folklórico propiamente dicho, sólo sirve de base para el trabajo literario.
MÉTODO DE RECOPILACIÓN
La mayor parte de los cuentos que forman la presente colección, fueron recogidos directamente de informantes, —muchos de los cuales eran analfabetos—, por medio del método fonético, en lugares que se encuentran dispersos; en las provincias antes citadas, con preferencia en las comunidades rurales.
Se aceptaron cuentos escritos sólo después de haberlos escuchado del informante, quien prefirió dictarlo a algún pariente o escribirlo él mismo.
En resumen, todos los cuentos han sido oídos por el investigador, que ha eliminado algunas versiones cuya semejanza con otras, indican un mismo relato.
El autor ha podido observar que a algunas personas les agrada “echar” los cuentos, pero son aquellas que en cada comunidad “se dedican a eso”, lo que hacen con gran habilidad en velorios, rezos, y algunas ocasiones eventuales, para pasar el tiempo.
Para alcanzar su propósito de coleccionar los cuentos folklóricos, el autor solicitaba el relato de “los cuentos que “echaba la gente de antes”.
Algunas personas, aunque los conocen, no los relatan porque dicen que no tienen gracia para echarlos”.
Sólo ha encontrado un caso en que el informante “vive de echar cuentos” y fue en Cañazas, Veraguas, en donde dicho señor, un anciano de traza poco común, recibe como pago por su trabajo, habitación y alimentos de la familia en donde se hospeda con tal fin. Sus oyentes son niños por lo general.
En la vida familiar encontramos informantes que podían ser hombres o mujeres; sobre ésto no hay distinción alguna. Parece depender más del temperamento de las personas. Pero abundan más relatores del sexo masculino, entre los que relatan cuentos en velorios y circunstancias que podríamos llamar públicas. Como era lógico suponer, el relato de los cuentos abunda en las comunidades en proporción directa a su distancia de los centros urbanos.
Pero, es más frecuente de lo que pudiera creerse a primera vista, en los pueblos importantes del interior de la República, principalmente entre las personas que viven en la periferia de dichas poblaciones.
El autor presenta con verdadera satisfacción, el cuento Nº 28, titulado titulado Flore, que fue tomado fonéticamente al informante Francisco Vilora, quien vive en la sierra de Veraguas, en el lugar denominado Cabecera de Río San Pablo. Aunque el relato Nº 33, del mismo informante es, evidentemente, una concepción mitológica guaymí, se ha incluido entre los cuentos de animales con el fin de que aparezca en la presente obra porque algunas de sus características permiten hacerlo.
Dictar el cuento es proceso extraño a nuestro pueblo, por lo que se llegó a la conclusión, después de algunas experiencias, de que lo más conveniente era oír recitar todo el relato y después solicitar al informante se sirviese dictarlo.
En algunos casos, cuando ésto fue posible, se logró que se recitara nuevamente, después del dictado, lo que permitía hacer las debidas correcciones y se confirmaban algunas palabras desde el punto de vista de la fonética.
VOCABULARIO
Para facilitar la comprensión de los relatos, hemos hecho una lista de palabras, en orden alfabético, de los términos regionales más interesantes que aparecen en los relatos, a pesar de que algunos de ellos son ampliamente conocidos.
La puntuación ha sido colocada por el autor. En cuanto a la ortografía, se ha mantenido la corriente del español, en los casos en que el informante tiene el habla común entre los panameños de la clase media.
Frecuentemente nos encontramos con cambios en el habla de un informante, aun en un mismo discurso, como en los casos señalados en los cuentos 2 y 5.
No se pretende en esta obra hacer un trabajo de carácter estrictamente lingüístico; cualquier esfuerzo en ese sentido, ha sido hecho con el fin de facilitar la comprensión de los cuentos
MARIO RIERA PINILLA
Estudio del cuento folklórico en Panamá
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